Locales Vivos en la calle Pignatelli

Los locales son espacios a pie de calle que adquieren usos sociales, comerciales o privados. Son beneficiosos para los barrios porque en ellos pasan cosas, hay movimiento de gente, aportan seguridad y mantienen el entorno cuidado. Por ejemplo, los comercios de proximidad son lugares de encuentro vecinal, regentados por personas como tú y yo, que promueven la economía del barrio y cuidan tanto a la gente mayor como pequeña.

Por eso, cuando encontramos calles con locales cerrados, esas zonas tienden a volverse más oscuras, menos gente transita por ellas y los espacios de relación vecinal se reducen.

Intervención de Laura Farlete en C/ Agustina de Aragón

Comentan las vecinas mayores, que precisamente estas calles -Pignatelli, Zamoray, Ramón y Cajal, Agustina de Aragón, etc.-  fueron desde su origen y hasta los años 60/70 conocidas por su gran tradición comercial y hostelera.

La zona de Pignatelli hoy en día es uno de esos casos. Por ello surge el proyecto “Locales Vivos”, una iniciativa fruto de un largo proceso de entrevistas, charlas y paseos con vecindario y comerciantes de la zona. En él, artistas locales y vinculadas con el entorno, pintaron algunos de esos locales en desuso en las calles Agustina de Aragón y Ramón y Cajal.

Es el caso de Mari (vecina) y Carmen (vecina y propietaria de una antigua carnicería de la calle Pignatelli).  Se les llena la cara con una sonrisa cuando recuerdan ese tiempo: “la calle estaba llenísima de comercios, llena, llena, llena… y había un ambiente buenísimo. Cuando cerrábamos las tiendas nos salíamos a la calle con las sillas y había tertulia vecinal”.

“No os podéis imaginar cuando bajaba la gente de los toros por nuestra calle, el murmullo, las charangas… Desde la ventana veías un río de gente en la calle, no se podía ni andar” evocan con ilusión.

Intervención de Isabel Lozano en C/ Ramón y Cajal

El Pajarcico, El Casinico, El Clara, El Millán, El Mesón del Pimiento… son algunos de los nombres de bares que durante años fueron referentes en la ciudad. También abundaban muchos pequeños oficios como zapaterías, carnicerías, relojerías, papelerías, etc., que a veces se alojaban en las mismas casas o compartían espacios.

Años después, los negocios fueron cerrando y la calle cambió.

Pablo, vecino desde hace veinte años, nos cuenta cómo en el barrio se vivieron “cosas terroríficas” en el tema de la vivienda, “especulación a todos los niveles, desde agentes conocidos por tod@s hasta otra gente más invisible, bancos que echaban a familias de las casas… Y tras ello la llegada al territorio de muchas entidades de acción social.” Asegura que “en lo urbanístico la calle ha cambiado mucho, no es la calle de hace 30 años.”

Ya en el presente, es el momento de hacer frente a nuevos retos; vecin@s como Luisa, Karim y Jorge nos señalan que debemos cuidar “la artesanía de la convivencia en este proceso de mejora del barrio”. “Tenemos que ponernos a ello, siempre combinando el liderazgo público y contando con los líderes y lideresas reales, esa gente que son pegamento de comunidad”.

Intervención de Recreando Estudio en C/ Agustina de Aragón

Así, partiendo de la historia, analizando el presente y proyectando el futuro, de la mano de artistas, vecindad y comercio seguiremos construyendo comunidad.

Un barrio con pequeño comercio, con gente en las calles, es un barrio vivo.

*Los nombres de las vecinas y los vecinos son ficticios para garantizar su anonimato.

2 comentarios en “Locales Vivos en la calle Pignatelli

  1. Francisco Placeres Nuez dijo:

    Buenos días.
    Estoy viendo este artículo con un poco de retraso, así que espero que esta página siga estando operativa.
    Soy de Las Palmas de Gran Canaria. Hice la mili en Zaragoza en 1982, en Artillería 72, Base Aérea. Los soldados no locales parábamos en el Bar Los Siete Enanitos, un lugar regentado por una familia muy amable y acogedora que nos trataba con mucho cariño. Allí teníamos, en el sótano, unas taquillas donde podíamos dejar nuestros uniformes para salir a pasear por la ciudad (en aquellos tiempos estaba prohibido a los militares salir sin uniforme, aunque no era algo estrictamente vigilado), sólo a cambio de comerte un bocadillo barato de tortilla o chorizo y tomarte una cerveza. Aquello no era pago.
    En cuanto mi vivencia de aquel año fue muy bonita, a pesar de estar allí por obligación, me ha quedado muchísima nostalgia. Nunca más he vuelto a Zaragoza. Me he aficionado a recorrer la ciudad en Google Maps, a modo de juego entretenido, intentando cuadrar datos. Un reto ha sido ubicar dónde estuvo ubicado el mencionado bar, ya que sé de antemano que no existe actualmente. Estuve en un grupo de Facebook del Regimiento donde serví y ni siquiera miembros locales de Zaragoza fueron capaces de indicarme dónde estuvo el bar, no lo conocían (comprensible, no lo necesitaban, tenían su casa).
    Yo he llegado a la conclusión de que estaba en la calle Ramón Pignatelli, en concreto el número 48, un local estrecho con fachada ocupada por tres puertas, una junto a otra, viejas, de madera pintada en marrón, mirando al sur en lo que entonces era un espacio abierto enfrente, probablemente el solar de lo que hoy es, por lo que puedo ver, el Museo de Los Bomberos, solar que se extendería hacia el sur con el solar contiguo que hoy es un edificio residencial alargado, y que conectaría este espacio abierto con la Plaza de José María Forqué.
    Por favor ¿puede alguien confirmarme que estoy en lo cierto? Si no ¿saben del Bar Los Siete Enanitos, dónde estuvo y cuál fue su destino?
    Gracias, un saludo y, sobre todo, un gran abrazo a todo el pueblo maño de la ciudad que tan bien me acogió.

    Paco Placeres.

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