El poder como consumidoras

Cada vez más tratamos de retomar nuestro poder como ciudadanas, pero mientras luchamos esa batalla, no debemos olvidar que hay algo en lo que nuestras acciones tienen una enorme repercusión y es en nuestro rol como consumidoras. Efectivamente, las personas como consumidoras de bienes y servicios tenemos un enorme poder, que ejercemos cada vez que tomamos una decisión de compra.

Las que sí conocen el poder de la elección de consumo son las grandes marcas, porque ellas experimentan los efectos de nuestras compras. Resulta que las personas no somos máquinas, nosotras sentimos, nos entusiasmamos y a veces nos enfadamos, y lo peor que le puede ocurrir a un producto es que sus consumidoras dejen de quererlo. Además, gracias a las redes sociales, un sentimiento puede expandirse en segundos y hacerse viral.

Leyendo un artículo a razón de estos temas, contaban como el grupo Inditex, había dejado de producir prendas de lana de angora, por las denuncias sobre la crueldad de la obtención de las mismas en sus empresas asiáticas. Evidentemente despellejaban a los pobres conejitos vivos, y eso, por suerte, ha enfadado a personas y asociaciones y han reaccionado. La denuncia voló por redes sociales en todo el mundo, y las compras bajaron, así que la multinacional textil enseguida anunció el abandono definitivo y donó las prendas de angora a los campos de refugiados sirios en Líbano.

Como decía, nosotras tenemos el poder de elegir (más o menos condicionadas) qué comprar y dónde, y esta capacidad de elección nos permite apoyar o boicotear determinados productos. Y esto no solo afecta a las grandes multinacionales, sino muy directamente al negocio local. Pongamos un ejemplo: Yo puedo comprar Coca-Cola y con ello contribuir al enriquecimiento de la multinacional, o comprar Frixen Cola y apoyar un producto local, de Comercio Justo, ecológico, con menos azúcar, y que se encuentra en el marco de la economía social. Como éste tenemos miles de ejemplos más o menos comprometidos. Puedo comprar ropa en Zara, Mango, Gusta, o puedo ir a visitar a Cris B, Elisa Muresan, Simbiosis Shop, etc. que son tiendas de economía social de Zaragoza. Y puedes decir que el precio de las últimas de primeras pueda ser mayor, pero hablamos de prendas sostenibles, de buena calidad y que duran mucho tiempo. Otra opción son las tiendas de ropa «vintage» o  «second hand» como Plastik, Kashmir, Flamingo’s, Grey Gardens,… Cada vez son más y más las personas que apuestan por la moda, la alimentación, y los productos sostenibles, o los negocios locales que nos ofrecen un buen producto y cercano, y en nuestras manos está el futuro de esto.

Seamos conscientes de ello, no se trata de obsesionarse, pero sí de ser conscientes del poder que tenemos cada vez que hacemos una decisión de compra, y conocer las repercusiones que puede tener. Además, afortunadamente para nosotras, el consumo ético está aflorando y en nuestras manos está usarlo como un elemento de control.

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